El Sr. Obispo de Asidonia-Jerez presidió en la jornada de ayer la Eucaristía en la casa de la Compañía de la Cruz de Jerez, asistiendo hoy a la casa de Sanlúcar de Barrameda.
En la jornada de hoy la Iglesia universal recuerda a la santa sevillana, Ángela de la Cruz. Quien fundase la Compañía de la Cruz, y trajese a las Hermanas a Jerez de la Frontera y Sanlúcar de Barrameda, vive su fiesta hoy. Por este motivo, Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez, celebró ayer la Eucaristía en Jerez de la Frontera y hoy a las 18:30 en Sanlúcar de Barrameda.
En la homilía, Monseñor Rico Pavés ha recordado que en las enseñanzas de Cristo se nos abre el misterio de Dios, ya que en todo lo que predica Jesús, encontramos referencias para conocernos a nosotros mismos y darle sentido a nuestra vida. Es decir, debemos darnos cuenta de la importancia de acoger la Palabra de Dios, en este asunto nos ayudan los santos que son compañeros en el camino de la vida, porque al fijarnos en su vida nos damos cuenta que tienen que ver con la nuestra. Asimismo, los santos son intercesores, ya que entre ellos y nosotros podemos cultivar una verdadera amistad y así comprender el regalo inmenso que nos hace el Señor cada día.
Por otro lado, siguiendo con el tema de los santos, se ha centrado en la santa sevillana que celebramos, donde se destaca la sabiduría de la cruz. Esto quiere decir, que debemos darnos cuenta del gozo de saber que Cristo crucificado no es el final, sino el principio, y todo ello trasladarlo a las situaciones complicadas en nuestra vida. Asimismo, las lecturas proclamadas en la liturgia nos ayuda a conocer esta sabiduría de la cruz. En primer lugar, debemos saber que agradar al Señor es darle pan al hambriento o vestir al que no tiene que ponerse, y así Él nos dará lo que necesita nuestro corazón porque se llenará de su amor. En segundo lugar, sacamos a relucir la idea de que en todo en nuestra vida debe intentar agradar al Señor y esto significa el buscar el amor hasta en los pequeños detalles. En tercer lugar, se destaca que debemos rechazar nuestro egoísmo y así el Señor crecerá en nosotros.
Por último, como ya es tradicional para cerrar la predicación, el prelado nos hizo acercarnos a María, de la cual debemos aprender su cercanía, consuelo y ayuda.