Vocación: del estupor al seguimiento

Jesús Bazán

7 de febrero de 2025

Palabra de Vida de Monseñor José Rico Pavés

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Mons. Rico Pavés : «Necesario es dejarnos formar por la Iglesia Madre, mediante la Palabra y los sacramentos, para llegar a ser verdaderamente cristianos».

Hay asombros que atrapan. San Lucas describe la vocación de Pedro y de otros apóstoles como un encuentro con Jesús en el que el estupor se apodera de ellos. Al desánimo por una noche de trabajo infructuoso siguió la sorpresa de un encuentro inesperado que les cambió la vida. La escena aparenta rutina: unos pescadores lavan redes; sus barcas están ancladas junto a la orilla; en esta ocasión no ha habido pesca. Junto al lago de Genesaret pasa Jesús, le sigue una multitud y Él les dirige la palabra. Una de las barcas se convierte en improvisado estrado: Jesús se fija en la de Simón, sube a ella, se retira de la orilla y habla a las gentes. La palabra llega a todos y ablanda el corazón de cada uno. Simón se ha dado cuenta: se fía de quien habla y cumple su mandato. Ahora todo cambia: la pesca sobreabunda, el pescador se confiesa pecador y se postra ante Jesús, el asombro sobrecoge y entonces llega la llamada. Quien se fía de la palabra del Señor y pone su persona y su trabajo al servicio del mandato divino se descubre sorprendido colaborando en una pesca milagrosa.

Impulsado por la Conferencia Episcopal Española, la Iglesia Católica en España celebra este fin de semana un Congreso de vocaciones, destinado a hacer resonar en todos la llamada de Dios. Venimos a la existencia no por una decisión propia. No hemos decidido empezar a vivir. La vida nos ha sido regalada. Empezamos a encontrar orientación en la vida cuando no esquivamos este dato fundamental y fundante, y tenemos la valentía de preguntarnos: ¿para quién soy? El don inmerecido de la vida divina recibida en el bautismo nos desvela nuestro origen y nuestra meta: venimos a la existencia por el acto de amor de la Trinidad Santa; hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo; y nuestra vocación última está en participar eternamente en la bienaventuranza inefable de la comunión trinitaria. Desplegamos la gracia bautismal cuando, fortalecidos por la unción del Espíritu Santo y sostenidos por la comunión con Cristo Eucaristía, acogemos la llamada del Padre. Si en nuestro tiempo padecemos una crisis de vocaciones al matrimonio, a la vida apostólica, a la vida consagrada o al sacerdocio, es porque padecemos una crisis previa de iniciación cristiana. Necesario es dejarnos formar por la Iglesia Madre, mediante la Palabra y los sacramentos, para llegar a ser verdaderamente cristianos. La señal inequívoca de que se ha completado la iniciación cristiana es que brota espontánea la pregunta vocacional: “Señor, ¿qué quieres de mí? ¿qué lugar quieres que ocupe en tu Iglesia? O, como reza el lema del Congreso de vocaciones: “¿para quién soy?”

 El pasaje evangélico de este Domingo nos enseña que el cansancio se vence con la escucha serena; el desánimo con la confianza; la desilusión con la diligencia. Remar mar adentro es tarea siempre nueva. A la palabra cumplida sigue la postración que permite recuperar la inocencia. Reconocerse pecador ante Jesús es el inicio de una relación con Él restaurada. Lo que importa entonces no es la pesca extraordinaria sino Aquel cuya palabra es capaz de provocarla. Cuando Pedro así lo percibe se postra a los pies de Jesús y se descubre atrapado por el estupor. Ahora está en condiciones de escuchar la llamada. Mantener la capacidad de asombro ante el poder de la Palabra de Dios es imprescindible para escuchar la llamada del Señor, fortalecer la fe y seguir a Jesús.

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

Diócesis Asidonia - Jerez