El Monasterio de la Cartuja ha acogido en la jornada de hoy la Eucaristía de acción de gracias y despedida por los 22 de años de presencia de las Hermanas de Belén.
Asidonia-Jerez se ha unido en la jornada de hoy en el Monasterio de la Cartuja de Jerez para dar gracias a Dios por la presencia de las Hermanas de Belén durante 22 años. Tras vivir ayer un momento emotivo en la conferencia que tenían como protagonistas a las propias Hermanas, donde contaban su carisma y testimonio, igual o incluso más especial ha sido la celebración de la Eucaristía llevada a cabo hoy. Una Santa Misa que ha contado un con gran número fieles que ocupaban por completo el atrio de la Iglesia, además de sacerdotes, diáconos y la Vida Consagrada, la cual quería unirse a las Hermanas de Belén en este momento de acción de gracias.
Toda la familia diocesana se ha congregado en esta celebración que ha estado presidida por el pastor de la Diócesis, Monseñor José Rico Pavés, quien ha pronunciado las siguientes palabras en su homilía :
Pero otros decían: «¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?». Y así surgió una discordia por su causa (Jn 7, 42).
Muy queridas Hermanas de Belén; muy queridas consagradas de los diferentes conventos de clausura y de institutos y congregaciones de vida activa de nuestra Diócesis de Asidonia-Jerez; queridos miembros de la familia grande de las Hermanas de Belén (seglares, personas consagradas, seminaristas, diáconos y sacerdotes); estimada Sra. Alcaldesa, miembros de la Corporación municipal y autoridades de nuestra ciudad de Jerez; hermanas y hermanos todos en el Señor.
En el camino de la Cuaresma la Palabra de Dios que se proclama viva en la liturgia nos sorprende evocando, en medio de una discordia por causa de Jesús, el linaje del Mesías, que vendrá de Belén, el pueblo de David. Esa discordia anticipa los momentos trágicos de la pasión de Cristo que el profeta Jeremías anunció: El Señor me instruyó y comprendí, me explicó todas sus intrigas (Jer 11, 18). A medida que nos vamos acercando con Jesús a Jerusalén en el tiempo cuaresmal, vamos siendo introducidos en un contraste creciente: por fuera, en torno a Jesús, surgen las discusiones, los enfrentamientos y las maquinaciones traidoras; por dentro, Jesús a través de sus palabras nos desvela la mansedumbre y humildad de su corazón.
El discípulo amado da testimonio de ese contraste llevado al extremo cuando, en el relato de la última cena, refiere al mismo tiempo la traición de Judas (cf. Jn 13, 30) y las palabras de Cristo: es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo (Jn 14, 31). El camino de Jesucristo hacia la cruz no es la expresión de un fracaso sino la proclamación del amor llevado hasta el extremo; un amor que vence definitivamente al Maligno y el pecado, sanando las heridas de las discordias.
Con gran acierto San Gregorio Magno, el primer monje elegido Papa en la historia de la Iglesia, afirmaba que «el libro de la Sagrada Escritura está escrito por dentro alegóricamente y por fuera históricamente; por dentro, en sentido espiritual, y por fuera, en el sentido corriente y llano de la letra» (Hm Ez I, 9, 30: CCL 142,139). Para leer con provecho la Escritura es necesario prestar atención a lo que refiere por fuera (el texto, la historia, los acontecimientos) para recibir por dentro la Palabra de vida que toca el corazón y nos hace partícipes de la bondad gustosa del amor de Dios.
Conducirse en este mundo a la luz de la Palabra de Dios requiere poner en práctica ese mismo ejercicio: lo que se vive por fuera (gozos y sufrimientos), amasarlo por dentro, en el horno del corazón que se deja inflamar por el fuego del amor del Corazón de Cristo. ¿No es acaso esa la lección perenne que se aprende en la escuela de Belén?
Belén fue testigo de que en Cristo se concilian los contrarios (Pascal, P. 241 [257]): la oscuridad de la noche y la luz de la Gloria, la evidencia del desprecio de los hombres y la manifestación de la Bondad de Dios, la ignorancia de los poderosos y la sabiduría de los sencillos. En Belén encontramos el descanso salvador del Niño Dios, el silencio obediente de san José, la mirada acogedora y contemplativa de María Santísima, que conserva todo meditándolo en su corazón (cf. Lc 2, 19). Belén fue lugar de paso para el Redentor, pero su paso por Belén inaugura el tiempo de la redención. Evocar Belén en el camino hacia Jerusalén es invitación a volver a mirar a los orígenes para no perder el paso de Cristo que nos lleva a la Pascua: necesitamos la compañía escondida e imprescindible del bendito San José, para aprender de él a amar a María y custodiar al Redentor; necesitamos la mirada, los brazos y el corazón de María Santísima para ver con su ojos purísimos, experimentar el abrazo materno sin el cual no hay vida y aprender a guardar con amor todos los acontecimientos de la vida. Sin el regalo de Belén no llegaremos a la Pascua.
¡Bendita Providencia que nos recuerda la necesidad de la experiencia de Belén cuando damos gracias a Dios por el carisma monástico de las Hermanas de Belén que nos ha acompañado durante 22 años en nuestra Diócesis! Damos gracias por muchísimo más de lo que hoy somos capaces de expresar. En este lugar bendecido por la presencia plurisecular de los monjes cartujos damos gracias a Dios e imploramos su misericordia haciendo nuestras las palabras proféticas que Él mismo, en su Sabiduría infinita, nos regala en este día:
Señor del universo,
que juzgas rectamente,
que examinas las entrañas y el corazón,
deja que podamos ver
el fruto de la semilla que las Hermanas de Belén
han sembrado en nuestra Diócesis, sobre el terreno fértil de esta Cartuja;
que su presencia visible entre nosotros vuelva,
pues a Ti y solo a Ti hemos confiado esta causa.
Ahora y siempre, recordando la Defensión de Nuestra Madre Santísima:
¡Nada sin María! ¡Todo con Ella!
+ José Rico Pavés
Obispo de Asidonia-Jerez
Por último, cabe mencionar la presencia de distintas autoridades civiles de la ciudad, como la alcaldesa, María José García Pelayo. Asimismo, tras la celebración se ha llevado a cabo un pequeño ágape para compartir entre los presentes junto a las Hermanas de Belén.