La Santa Iglesia Catedral acogió esta Eucaristía en la tarde del viernes, contando con la presencia de toda la familia diocesana que se unió con Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez.
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Un primer templo de la Diócesis abarrotado, se unió junto a su pastor diocesano, Mons. Rico Pavés, que presidió la Eucaristía que da el pistoletazo de salida al curso pastoral 2024/2025.
En la homilía, Monseñor José Rico Pavés recordó que en el misterio de la Cruz se nos desvela el amor infinito del Padre a cada uno de nosotros y hacia toda la humanidad. De esta forma, debemos saber que desde el principio hasta el fin en nuestra vida, la Cruz debe ser nuestro sostén, ya que así ensancharemos nuestro corazón con la alegría del Señor.
Por otro lado, mencionando las lecturas que se proclaman viva en la liturgia, ha destacado varias ideas:
1 – La primera idea es tener nuestra mirada fija en el costado abierto del Redentor, y de esta forma tener los ojos puestos en el amor de Cristo, haciendo que nuestra vida sea vista con los ojos del Salvador, el cual es nuestro alimento. Asimismo, debemos tener claro que mirar la cruz es llevar a los demás su amor.
2 – La segunda idea, es saber que en nuestra mente debemos recordar la bondad que Cristo ha tenido con nosotros y la mejor formar de tenerlo presente es a través de la Eucaristía que es fuente y cima de la vida cristiana y alimento en nuestra vida.
3 – La tercera idea es saber que Cristo se entrega por un amor infinito a todos nosotros, y así nos da el mensaje de entregarnos en nuestra vida a los demás, haciendo que nos llenemos de la fuente de renovación que es Él.
En otro orden de ideas, ha destacado el Jubileo del año de 2025, la cual nos convoca el Papa, que abrirá este año Santo en la Eucaristía del 24 de diciembre y días después lo haremos en las Iglesias locales. Asimismo, ha subrayado el lema “Peregrinos de esperanza” que nos marca una vida con Cristo porque sabemos que Él es nuestra meta y así el único de renovar nuestro corazón.
Por último, también mencionó la celebración de la Magna Mariana, oportunidad para que “siempre, siempre, siempre” desde la liturgia nos ayuden a crecer en nuestro amor a María. Asimismo, cabe destacar que en esta Eucaristía se realizó la profesión de fe y envío de los agentes de pastoral y evangelizadores.