Conocemos como vive estos días, Pablo Mula, candidato a recibir el diaconado el próximo 29 de junio a las 11hrs en la Santa Iglesia Catedral.

1 – Estamos a pocos días de vivir la ordenación diaconal, lo primero, ¿Cómo te sientes al dar este paso que te acerca al sacerdocio?.

Me siento muy feliz y sobrepasado. El Señor es fiel y cumple sus promesas, aquella intuición vocacional que empezó con los diecisiete años se ha ido confirmando, fortaleciendo, ensanchando… Tengo un deseo muy fuerte de entregar mi vida y vivir para servir a Dios en su Iglesia, donde él me quiera. A la vez, los nervios crecen, claro. No sólo por el día de la ordenación en sí mismo, sino por el cambio de vida en general. Me siento muy amado, contento y necesitado de continua gracia que renueve mi corazón constantemente y me permita seguir confiando y entregándome.

    2 – ¿Da vértigo el dar este paso? ¿Cómo tienes pensado vivir diaconado?.

    Sí, sí que da vértigo dar este paso. Es un cambio muy grande: pasar al estado clerical, ser ministro de la Iglesia y ejemplo de Jesucristo objetivamente con mis palabras y mis obras… Da mucha impresión. A la vez es una constante llamada a confiar en el don de Dios es Él, quien empezó la obra buena, quien la llevará a término. Pues tengo muchos deseos concretos para seguir creciendo en la vida espiritual, por ejemplo, pero, igual… No es en nuestras fuerzas, sino en la gracia de Dios. Tengo pensado dejarme llevar por el Señor poniendo mis dones al servicio.

    3 – ¿La oración, el servicio y la Palabra de Dios que están siendo para ti a pocos días de la ordenación?.

    En estos días, la oración está creciendo un poco en lo que a tiempo material se refiere. Intento buscar un huequito más prolongado para descansar en el Corazón de Jesús. Además, me sirvo del ritual de la ordenación para ir acrecentando el deseo y haciendo propias las oraciones que la Iglesia nos regala el día de la ordenación en la liturgia. En el servicio, aunque me veo muy pobre, intento estar atento a la vida comunitaria del seminario para que los demás lo tengan más fácil. La Palabra va iluminándome, sobre todo, con la práctica de la Lectio divina y va exigiéndome… Quiero estar cada vez más cosido con la Palabra. Hay una inquietud: si yo no me dejo convertir con la Palabra, ¿cómo voy a mover los corazones a conversión en la predicación?

    4 – Tras la ordenación diaconal te tocará acompañar a los fieles en celebraciones como el Bautismo, el Matrimonio o el rito de las exequias. ¿Cómo te ves en esos momentos tan importantes para la vida de los fieles?.

    Lo miro con un entusiasmo enorme y mucha emoción. ¡Qué regalo poder meter en la Iglesia nuevos hijos de Dios! ¡Qué impresionante ser testigo privilegiado de quienes quieren hacer alianza con Jesucristo para ser imagen viva de su amor por su Iglesia! ¡Qué momento tan especial, el final de la vida, donde todos necesitamos un consuelo y una mirada esperanzada en el cielo y en la misericordia de Dios!

    5 – ¿Qué es lo que más te está ayudando en tu espiritualidad para prepararte estos días y durante el curso?.

    El encuentro con Cristo Esposo en la oración: experimentar mediante la fe que Cristo me ama hasta el extremo, personalmente y sin mediaciones. La esperanza en su providencia, que arranca de mí una continua confianza en su voluntad. Y la caridad creciente por mis hermanos que se inflama conforme me acerco a Cristo Eucaristía. En resumen, la vida teologal.

    6 – ¿Qué te dicen tu familia, tus amigos, los demás seminaristas, los directores espirituales a pocos días de la ordenación diaconal?.

    Me muestran su apoyo y cariño, especialmente me hacen llegar sus oraciones. Sé que cuento, que contamos, con mucha oración de intercesión. ¡Eso es un trampolín! La ayuda de los formadores del seminario es fundamental, van acompasando nuestra necesidad conforme el sentir de Dios y de la Iglesia. Los compañeros del seminario también ayudan mucho porque animan, comparten, desean con nosotros… Las ordenaciones, que son un regalo para toda la Iglesia universal, son un acontecimiento de gracia inmenso en el seminario.

    7 – Acercándonos ya al sacerdocio ¿Qué le dirías a esas personas que Dios le llama y están indecisos en la decisión?.

    Pídele a Dios la gracia de entregar tu vida, rompe con tus egoísmos. Aquello que Dios quiere que sea santificado por ti y por tu ministerio sacerdotal quedará sin santificar si tú no respondes con generosidad. ¡Dios da el ciento por uno aquí en la tierra, con persecuciones, y la vida eterna! ¡Ánimo!

    8 – ¿Qué mensaje puede trasladar un joven como tú que el sábado dará un paso más para seguir a Cristo?.

    Soy testigo de las proezas que Dios hace con quien se deja hacer por Él. La vida de la gracia es impresionante y, ¡esa es la nuestra! No hemos sido creados para el pecado y la esclavitud, sino para la santidad y la libertad. El deseo más grande de Dios es que todos los hombres se salven y, tú y yo, somos sus colaboradores. ¿Qué haces por Cristo? Y, ¿qué vas a hacer por Cristo? La felicidad es esta: que todos sepan que nuestro Dios es amor. La Trinidad vive en tu corazón si vives en gracia. ¡Qué fuerte! Eres un sagrario vivo: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo se aman dentro de ti y te hacen partícipe de su amor. Esa es la fuente de todo apostolado y buena acción. El mundo necesita que los cristianos seamos testigos de esta vida en abundancia, de esta alegría, de este amor infinito.

    9 – Por último, me gustaría que eligieses el versículo, oración, lectura o salmo que más tienes en mente estos días.

    Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío. Y la oración de Jesús: Señor Jesús, Hijo de Dios vivo, ten piedad y misericordia de mí.