Volver al corazón

Jesús Bazán

28 de febrero de 2025

Palabra de Vida de Monseñor José Rico Pavés

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Monseñor José Rico Pavés : «Si no rechazamos su luz, experimentamos el consuelo de su perdón y veremos nuestro corazón restaurado»

En su Encíclica titulada Dilexit nos, sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo, publicada el pasado mes de octubre, el Papa Francisco ha reivindicado con fuerza la importancia del corazón. En el primer capítulo de este luminoso documento magisterial encontramos expresiones como las siguientes: «necesitamos recuperar la importancia del corazón» (DN 2); «en este mundo líquido es necesario hablar nuevamente del corazón» (DN 9); «hay que afirmar que tenemos corazón» (DN 12); «necesitamos que todas las acciones se pongan bajo el “dominio político” del corazón» (DN 13). Estas afirmaciones buscan el respaldo en el pensamiento filosófico, en la Sagrada Escritura y en la teología, para llegar al momento eclesial en el que el Papa sitúa su encíclica, la recepción del Vaticano II: «Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón» (DN 29). En concreto, Francisco recupera tres pasajes de la Constitución Gaudium et Spes: el primero, donde se habla del drama de la guerra («tenemos todos que cambiar nuestros corazones… para que nuestra generación mejore»: GS 82); el segundo, donde se habla de los sufrimientos de nuestro tiempo («los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano»: GS 10); y el tercero donde se afirma la exigencia de dignidad que el evangelio despierta en el corazón del hombre (cf. GS 26).

En realidad, al reivindicar la importancia del corazón, Francisco no hace sino volver a la enseñanza de Cristo transmitida por los evangelistas. Cuando llegamos con la Iglesia a la octava semana del tiempo ordinario, la palabra de Nuestro Señor Jesucristo arroja luz sobre nuestro corazón para que tengamos la valentía de acoger su mirada misericordiosa y mirar a nuestro interior reconociendo lo que nos daña. Si no rechazamos su luz, experimentamos el consuelo de su perdón y veremos nuestro corazón restaurado. El Señor señala en concreto tres males que dañan profundamente el corazón humano: primero, la soberbia que lleva a creernos superiores a los demás; el segundo mal, la palabra hiriente que daña al hermano; y el tercer mal, la hipocresía de quienes se empeñan en señalar la mota del ojo de los demás, sin aceptar la viga que llevan en el suyo. El hombre bueno, de la bondad que atesora su corazón saca el bien; y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca (Lc 6, 45).

     Se entiende así por qué el Papa Francisco nos llama a acudir sin dilación al Corazón de Cristo: «para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar» (DN 30).

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

Diócesis Asidonia - Jerez