PALABRA DE VIDA. Monseñor Rico Pavés : » En el camino hacia la Pascua, la Iglesia nos invita a poner la mirada en Cristo que llora, para que nosotros también aprendamos a llorar»
24 marzo, 2023
Al comienzo de la Cuaresma la Iglesia pidió para sus hijos crecer en la inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo en plenitud. La conversión cuaresmal es ejercicio de concentración en el Señor: poner la vida cada vez más en Él quitando lo que nos impide crecer en su conocimiento. La Palabra de Dios, abundante en este tiempo, nos ha ido introduciendo en el misterio de Jesucristo, quien se ha mostrado ante nuestros ojos de fe como vencedor del Príncipe de este mundo, como el Hijo amado del Padre, como fuente de agua viva y como luz del mundo. Al llegar con la Iglesia al quinto Domingo de Cuaresma, Cristo sale a nuestro paso y se nos revela como la Resurrección y la Vida, prometiendo a los que crean en Él vivir para siempre. Abrirse por la fe a la verdad plena de Jesucristo es condición necesaria para alcanzar la vida eterna que Él nos comunica. “Creer para vivir”, tal es la tarea que nos propone la Iglesia en este tiempo de salvación. Como la fe nace y se fortalece en el encuentro con el Señor, que se realiza cada vez que escuchamos su Palabra y participamos en sus sacramentos, es necesario escuchar participando y participar escuchando. Prestar atención a las lecturas de la Misa es un primer paso.
El relato evangélico de la resurrección de Lázaro nos descubre las entrañas misericordiosas de Jesús, destapa los anhelos del corazón y nos confirma en el camino de la fe. El corazón de Cristo se desvela misericordioso cuando se interesa por el amigo enfermo, consuela a Marta y María, llora ante el sepulcro y devuelve a la vida a quien había muerto. Los anhelos del corazón humano se destapan con la inquietud ante la enfermedad, las palabras desesperanzadas de las hermanas, los deseos de presencia cercana y la intuición tímida hecha petición (“si hubieras estado aquí…”). La fe se ve fortalecida cuando el encuentro con Jesucristo se vive con novedad, las dudas son vencidas por sus palabras reveladoras, se ignoran las burlas incrédulas de los que nos rodean, se deja al Señor hacer lo humanamente imposible, se escucha la oración del Hijo al Padre y resuena la voz potente de Jesucristo por encima de tantas otras voces que llenan nuestros oídos.
En el camino hacia la Pascua, la Iglesia nos invita a poner la mirada en Cristo que llora, para que nosotros también aprendamos a llorar. “A gritos y con lágrimas”, Jesús nos ha redimido, recuerda la Carta a los Hebreos. Pidamos al Señor que recoja siempre nuestras lágrimas para reaccionar con misericordia ante quienes lloran.
+ José Rico Pavés
Obispo de Asidonia-Jerez
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