En el décimo aniversario de Spei Mater: Razones para la esperanza
13 octubre, 2022
Durante los días 7, 8 y 9 de este mes de octubre, un centenar de miembros de SPEI MATER, pertenecientes a varias diócesis españolas, se han reunido en la Hospedería del Valle de los Caídos.
«¿Para qué nació SPEI MATER hace ahora 10 años, en España?», preguntaba de modo más pedagógico que retórico D. Juan Antonio Reig Plà, obispo emérito de la diócesis de Alcalá de Henares, al comienzo de su homilía en la Eucaristía del sábado día 8. Y él mismo contestaba de este modo:
«En primer lugar, para introducir la pastoral de la vida en la pastoral ordinaria de la Iglesia. Para que en todas las parroquias, incluidas las comunidades cristianas, religiosos de vida consagrada, movimientos… tomen conciencia de que el cuidado de la vida humana viene inspirado por la fe (…).
Y, en segundo lugar, Spei Mater, madre de la esperanza, nace para dar una respuesta integral colocando a las personas que se encuentran con el drama del aborto, de la debilidad, de la ancianidad, con la eutanasia… delante de Cristo, que es el único que cura y ofrece una respuesta adecuada para la vida humana desde el momento del nacimiento hasta el de la muerte «.
Nos recordaba María José Mansilla, iniciadora y presidenta nacional de Spei Mater, cómo esta asociación nació, de hecho, hace doce años de la mano de Magaly Llaguno y Vicky Thorn, fallecida recientemente y . Y ahora, en 2022, celebramos la erección canónica como Asociación Pública de fieles, llevada a cabo por D. Juan Antonio Reig».
Ello significa que la misión encomendada a Spei Mater es la misma misión de la Iglesia en cuanto a la defensa de la vida y de la dignidad de la persona humana.
La misión de Spei Mater está encomendada a la Virgen María. Por ello, iniciamos el IV Encuentro con una Eucaristía en acción de gracias a Dios y a la Virgen del Rosario, cuya festividad celebra la Iglesia el día 7 de octubre.
El Padre D. Jesús Chavarría, director espiritual de Spei Mater, puso énfasis en algo que se ha reiterado después a lo largo del encuentro hasta la saciedad: la necesidad de combatir la cultura de la muerte con la oración, de la que el Santo Rosario y los 150 salmos son su mejor instrumento, al que conviene añadir también la oración personal.
María José Mansilla, en su primera intervención utilizó alguna frase de Santa Teresa de Calcuta para enfocar el verdadero sentido de Spei Mater: » Esto no es una empresa», por lo que no debemos -dijo Mansilla- obsesionarnos con los números ni es éste el modo como debemos mirarnos o evaluarnos después de 10 años.
Como decía la santa de Calcuta, estamos llamados «a ser una isla de misericordia en un mar de indiferencia», la indiferencia que expresa el individualismo de esta sociedad en la que no nos importa el otro ni lo que le pase.
«Dios nos llama a ser fieles, no a tener éxito», expresión también de la santa de origen albanés que la iniciadora de Spei Mater puso en primer plano para insistir una vez más en que esta Asociación Pública de fieles no es un voluntariado, sino que es una vocación. Añadió al respecto que, «quien vive esto como un voluntariado, no persevera».
Los números, los testimonios dados… como expresión de los frutos, son a veces necesarios, pero no es lo perfecto ni lo bueno. Ofrecer a Dios el sacrificio de no recoger nunca frutos, de fracasar, es algo que forma parte de esta misión cuyo objeto principal es el anuncio de Cristo Salvador.
Mansilla destacó también algunas de las fortalezas de Spei Mater, tales como su diocesaneidad, metodología clara, unidad… También es algo muy importante el que nos declaramos católicos, y como tales actuemos: la acción de Spei Mater es la acción pastoral de la Iglesia en favor de la vida.
Comentó María José que nuestro mayor fallo se refiere a la escasa comunicación y divulgación en los medios, algo que debe favorecerse siempre en beneficio de las personas para que puedan ser ayudadas.
Concluyó, por último, que nada se puede sin la oración: Es el tiempo de las Parroquias por la Vida.
La totalidad de asistentes participamos en grupos de trabajo que concluyeron en dos mesas redondas, mediante las que se analizaron las fortalezas, debilidades y propuestas de mejora, elaboradas por las distintas diócesis.
También hemos tenido la suerte de poder escuchar al prior de la abadía benedictina del Valle de los Caídos, Padre Santiago Cantera, doctor en Geografía e Historia, antiguo profesor en la universidad San Pablo CEU de Madrid, y que ha publicado una veintena de libros, parte de ellos en el extranjero.
Su charla llevaba por título: «Razones para la esperanza».
«Como cristianos, nunca debemos caer en la desesperanza (…) La esperanza, virtud teologal, es una disposición que parte de Dios y es infundida por Él en la voluntad del hombre y tiene su fundamento en que confiamos alcanzar la vida eterna, apoyados por la gracia de Dios», nos dijo al principio de su exposición.
A continuación, el prior benedictino basó buena parte de su intervención en textos de lo que él llamó ‘testigos de la esperanza’. Así pues, nos recordó cómo en 1988 Juan Pablo II, en Salzburgo, decía que la fe y la esperanza no son un mero consuelo; la fe y la esperanza transforman nuestro estado actual, nuestra vida presente y nos mueven a ser testigos.
Citó también al cardenal Francisco Javier Nguyen Van Thuan, autor de libros como «El camino de la esperanza» o «El gozo de la esperanza», que añade otro valor o matiz a la esperanza cristiana cuando dice: «El cristiano debe ser un peregrino alegre, feliz y gozoso por la esperanza».
Tras un recorrido histórico en el que el padre prior analizó los fracasos de las ideologías de la modernidad y de la propia situación actual del mundo, nos invitó a poner nuestros ojos en la Virgen Madre de la Esperanza: «María sostuvo la Fe, la Esperanza y la Caridad de los primeros discípulos, en la resurrección de su Hijo, Cristo».
Es Cristo resucitado la verdadera razón de nuestra esperanza.
El domingo por la mañana, el Padre Jesús Chavarría, en su intervención titulada: «Spe Salvi», nos condujo de la mano de versos del franciscano y maestro de capilla del siglo XVI, Giovanni Pierluigi Da Palestrina, de nuevo frente a la cruz de Cristo: «Salve, oh cruz, nuestra única esperanza en este tiempo de pasión. Aumenta la justicia de los virtuosos y concédeles el perdón a los débiles».
Hoy, decía el Padre Chavarría, tenemos un reto, el reto que supone que Dios ha confiado en nosotros y que debe corresponderse mediante la fe en nuestra esperanza y confianza en Él. Con la esperanza tocamos la raíz de la Iglesia ya que, mediante la Encarnación de Dios en este mundo, el hombre puede mirar con esperanza hacia la vida eterna. Para ello, concluía D. Jesús, es imprescindible la conversión de cada uno de nosotros.
Es una vida convertida a Cristo y nutrida de esperanza en Él, lo que ha permitido vidas como la de las personas que dieron su testimonio a continuación.
Los testimonios del domingo, día 9, por la mañana, evidenciaron la vocación martirial de los miembros de Spei Mater, a la que había apelado también monseñor Reig la noche anterior, llamados a anunciar el evangelio de la vida y la misericordia con su propia vida: una enfermera, una matrona y un médico.
Especialmente, el testimonio del doctor D. José Sastre, que habló sobre las dificultades que encuentran los especialistas en cuidados paliativos y que se ven abocados a perder fama, prestigio, oportunidades profesionales y también dinero, por defender la vida y la muerte digna de sus pacientes, causó gran impacto a los asistentes al encuentro.
Concluyeron estas jornadas con la Eucaristía dominical, celebrada en la impresionante Basílica de la Santa Cruz del Valle. Sobre la roca, en un día espléndido de sol, la Cruz sellaba nuestras despedidas y abrazos. En el corazón, un sello: !Oh Crux Spes Unica!
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