PALABRA DE VIDA. Monseñor José Rico Pavés : «la Liturgia nos propone tres tareas: recuperar el asombro para mantener la esperanza, aprender de san José a recibir a María Santísima, e invocar el Nombre de Jesús para abrirnos a la salvación”.

PALABRA DE VIDA. Monseñor José Rico Pavés : «la Liturgia nos propone tres tareas: recuperar el asombro para mantener la esperanza, aprender de san José a recibir a María Santísima, e invocar el Nombre de Jesús para abrirnos a la salvación”.


16 diciembre, 2022

A las puertas de la Navidad, la Antigua Liturgia Hispana celebraba una fiesta que pasó con el tiempo a la Liturgia Romana y ha llegado hasta nuestros días. El nombre de la fiesta era “la expectación del parto” y en ella se invocaba a la Virgen María con el título de Nuestra Señora de la O. Algunas de las parroquias más antiguas de nuestra diócesis, tras la reconquista, se pusieron bajo el patrocinio de la Virgen de la O. Este título mariano recoge la expectación de la humanidad ante el nacimiento del Mesías esperado y expresa el asombro que mantiene viva la esperanza.

     Cuando falta una semana para la celebración de la Navidad, es decir, del Nacimiento del Hijo de Dios hecho hombre, la Iglesia entona las llamadas “antífonas de la O”, en las que se resumen los nombres con los que es invocado el Mesías que ha de venir, colmando los anhelos de la humanidad, necesitada de perdón y ansiosa de amor eterno. El Salvador esperado es llamado Sabiduría, Pastor de la Casa de Israel, Renuevo del tronco de Jesé, Llave de David y Cetro de la Casa de Israel, Sol que nace de lo alto, Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, para concluir con el título “Enmanuel”, “Dios con nosotros”. Todos estos nombres se encuentran en el Antiguo Testamento y están asociados a peticiones de salvación: muéstranos el camino de la salvación, líbranos con el poder de tu brazo, líbranos de las tinieblas, ven a salvarnos.

     Los nombres del Mesías esperado conducen, días antes de la Navidad, en el cuarto Domingo de Adviento, al nombre de José, descendiente del rey David, desposado con la Virgen María, de la cual, por obra del Espíritu Santo, nacerá el Salvador. San José recibe una doble misión por parte del Señor: acoger a María, su mujer, porque la criatura que lleva en sus entrañas viene del Espíritu Santo; y poner al hijo por nombre Jesús, porque Él salvará al pueblo de sus pecados.

     Para completar el camino del Adviento y entrar con provecho en la Navidad, la Liturgia nos propone tres tareas: recuperar el asombro para mantener la esperanza, aprender de san José a recibir a María Santísima, e invocar el Nombre de Jesús para abrirnos a la salvación. Con san José, “nada sin María, todo con Ella”.

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

ASIDONIA

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