PALABRA DE VIDA. Monseñor José Rico Pavés : «Ponernos en camino hacia Emaús para dejarnos sorprender por la presencia de un Compañero de viaje que enciende nuestro corazón con su palabra, disipa nuestros desánimos, se nos revela en la fracción del pan, y nos devuelve con vigor nuevo al seno de su Iglesia, donde Él habita Resucitado».

PALABRA DE VIDA. Monseñor José Rico Pavés : «Ponernos en camino hacia Emaús para dejarnos sorprender por la presencia de un Compañero de viaje que enciende nuestro corazón con su palabra, disipa nuestros desánimos, se nos revela en la fracción del pan, y nos devuelve con vigor nuevo al seno de su Iglesia, donde Él habita Resucitado».


21 abril, 2023

Cuando llegamos con la Liturgia al Domingo III de Pascua, la Iglesia nos invita a ponernos en camino hacia Emaús para dejarnos sorprender por la presencia de un Compañero de viaje que enciende nuestro corazón con su palabra, disipa nuestros desánimos, se nos revela en la fracción del pan, y nos devuelve con vigor nuevo al seno de su Iglesia, donde Él habita Resucitado. 

     El primer día de la semana dos discípulos de Jesús se dirigen a Emaús. Las vivencias de los días pasados han sido superiores a sus fuerzas. Jesús el Nazareno, el Maestro al que seguían, ha muerto de forma ignominiosa y con Él muchas ilusiones y esperanzas. En los dos que van camino de Emaús nos encontramos representados siempre que el desánimo nos vence, llevándonos a abandonar con precipitación el grupo de los discípulos. Pero al igual que entonces, Jesús mismo se hace nuestro compañero de camino, nos explica las Escrituras y se nos da a conocer al partir el pan. El pasaje evangélico de este Domingo nos transmite a gritos una verdad que no debemos nunca olvidar: aunque sea inmenso nuestro desánimo y parezca insuperable la desesperanza, Jesucristo Resucitado sale siempre a nuestro encuentro. 

     Lo primero que el Señor nos pide, al igual que a los de Emaús, es que escuchemos su palabra, que le busquemos a Él en las Escrituras. El tiempo pascual es tiempo precioso para volver a encontrar el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios mientras estamos en el camino de la vida. Al encuentro con Cristo en la Palabra sigue el reconocimiento del Señor al partir el pan, es decir, en la Eucaristía. Los dos de Emaús reconocen al Señor cuando Él mismo realiza el gesto único que ha confiado a los suyos hasta que Él vuelva. A partir de ese gesto empiezan a comprender: reconocen a Jesús cercano en sus vidas y recuperan las fuerzas para desandar el camino del desánimo. ¿Cómo vamos a vencer nuestros desánimos si no crecemos en amor a la Eucaristía? La Pascua es ocasión propicia para volver a encontrar el gusto por alimentarnos con el Pan de Vida y buscar a Jesús en el Sagrario donde se queda, por amor a nosotros, para que experimentemos siempre su compañía.

     Emaús, sin embargo, no fue la meta del camino. Los que allí se dirigían con desánimo, volvieron renovados al lugar de los discípulos tras el encuentro con Cristo Resucitado. Así es la experiencia de la Pascua: encuentro con el Señor que aviva en nosotros la alegría de pertenecer a la Iglesia.

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

ASIDONIA

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