PALABRA DE VIDA. Monseñor Rico Pavés : «Bendita mañana de Pascua que, con el anuncio de Cristo resucitado, nos trae la imagen bella de la Iglesia portadora de esperanza»
8 abril, 2023
El Sábado Santo es memoria silenciosa de la Pasión y Muerte del Señor. Cuando todo parece acabado, la Iglesia espera con María junto al Santo Sepulcro donde descansa el cuerpo sin vida del Salvador. Es el momento de aferrarse a la promesa. Necesario es aprender de la Virgen Santa a creer contra toda esperanza para entrar en la última noche de la historia, la que será quebrada con la victoria del alba.
Así es, en la mañana de Pascua, el alba quiebra para siempre la oscuridad de la tiniebla y anuncia con su esplendor la victoria sobre el pecado y la muerte: ¡Cristo ha resucitado!; el Maligno vencido; la herida de la culpa curada; la muerte muerta. Según una antiquísima tradición, los fieles cristianos pasan la noche en vela conmemorando la noche Santa en la que el Señor resucitó. San Agustín en el siglo V llamó a esta vigilia “la madre de todas las Santas Vigilias” por ser la celebración principal de todo el año litúrgico.
La palabra nueva del Evangelio llega en la Vigilia Pascual tras la prolongada escucha de las promesas que sostenían la espera. El evangelista san Mateo comienza el relato de la resurrección siguiendo sus huellas en la historia: al alborear el primer día de la semana, acontece lo que trasciende el tiempo; la piedra del sepulcro está corrida y un ángel se dirige a las mujeres: “¡No está aquí! ¡Ha resucitado!”. El Resucitado es el que estuvo muerto y sepultado. Una aparición extraordinaria pone nombre a lo sucedido: no se debe buscar entre los muertos al que vive para siempre. Para comprender lo sucedido es necesario recordar la promesa del Maestro: al tercer día -había dicho- resucitará el Hijo del hombre. En la mañana de Pascua las mujeres se convierten en apóstoles de los apóstoles. Ellas son las primeras portadoras de la alegría de la resurrección.
El evangelio de este Domingo nos hace partícipes de lo que sucedió en el primer Domingo de la historia. Es mañana de encuentro, de prisas y de anuncios. Bendita mañana de Pascua que, con el anuncio de Cristo resucitado, nos trae la imagen bella de la Iglesia portadora de esperanza. Una pregunta, que no envejece, propone cada año la Iglesia durante el Tiempo santo de Pascua a María Magdalena: “¿Qué has visto de camino, María en la mañana?” y una respuesta, siempre nueva, recibe de sus labios la Iglesia con inmensa alegría: “Resucitó de veras, mi amor y mi esperanza”. ¡Feliz Pascua!
+ José Rico Pavés
Obispo de Asidonia-Jerez
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