Venciendo juntos la indiferencia. Jornada de Manos Unidas
13 febrero, 2022
Hace más de sesenta años un grupo de mujeres de Acción Católica Española lanzó la primera Campaña contra el hambre, respondiendo a un llamamiento de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) a fin de luchar contra el hambre. Desde 1960 se han sucedido sin interrupción campañas anuales para dar a conocer y denunciar la existencia del hambre y de la pobreza, sus causas y sus posibles soluciones. Inspirándose en el Evangelio y en la Doctrina Social de la Iglesia, Manos Unidas trabaja para que cada persona, hombre y mujer, en virtud de su dignidad, sea por sí misma responsable de su mejora material, de su progreso moral y de su desarrollo espiritual, de modo que pueda gozar de una vida digna. Las campañas tienen un doble objetivo: denunciar ante la sociedad española la existencia del hambre y lograr medios económicos que permitan financiar los proyectos de desarrollo integral. Mostrando sin complejos su identidad católica, la primera campaña denunció «el hambre de paz, de cultura y de Dios que padece gran parte de la humanidad».
La campaña de 2022 pone el dedo en la llaga de las causas del hambre en el mundo y declara con valentía: «Nuestra indiferencia los condena al olvido». A estas alturas del siglo XXI sabemos bien que el hambre en el mundo no es un problema de falta de recursos sino de mala distribución de los mismos. Para vencer la desigualdad que causa el hambre es necesario derrotar la indiferencia. Que la pobreza y el hambre no sean invisibles depende de nosotros. No nos engañemos: la luz de la fe se apaga si cerramos los ojos a la desigualdad. La indiferencia es hija del egoísmo y de la apatía. Para derrotarla debemos salir de nosotros mismos y sentir como propias las necesidades de los demás. Contra el hambre es necesario actuar.
La campaña de este año se lanza cuando la Iglesia Católica se prepara a la celebración de un Sínodo que se ocupará de una dimensión que le es inherente, la sinodalidad: si la Iglesia es misterio de comunión, quienes formamos parte de ella vivimos el gozo de «caminar juntos». Generosidad y compasión («padecer conjuntamente») brotan cuando aprendemos a caminar juntos. Por eso, caminando juntos vencemos la indiferencia, hacemos visibles los rostros de la desigualdad y empezamos a derrotar el hambre.
+ José Rico Pavés
Obispo de Asidonia-Jerez
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